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lunes, 24 de septiembre de 2007

DON MARTIN

Por Paseo de la Reforma
camina don Martín.
Atrás, siguiéndole de cerca
los pasos, va un hombre
calvo, lleno de ginebra.
De repente, don Martín
tropieza y para no caer
tiene que detenerse
poniendo las manos
en la vieja y podrida puerta
de una iglesia.
"La iglesia en mis manos",
dice con una gran sonrisa
el pícaro Lutero.

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