Cerca de ti está el ciervo,
espera erguido, indefenso.
Sus ojos traen la vida
a esta colina
donde el giro del viento
es más libre.
El ciervo espera,
ni un movimiento extraño
perturba su cuerpo.
Todo es silencio ahora.
Tu mano tiembla,
hay un momento bíblico
en tus ojos.
El ciervo sigue ahí:
tú ya eres otro.
domingo, 23 de septiembre de 2007
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