Tratando de ser amable,
me ofrecí como voluntario
para llevar un recado importante
a cierta hermana en Cristo.
Cuando llegué al templo
noté con extrañeza
que la mujer que fui a buscar
hizo un gesto de desagrado
al verme.
Obviamente,
le molestó mucho
que yo la interrumpiera en el preciso
momento en que el pastor
les hablaba del amor al prójimo.
jueves, 11 de octubre de 2007
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